Esther López, jugadora número 12 de la UD Logroñés

En Las Gaunas, en Fadura, en las pistas de Unionistas, en el Reino de León, en Lezama, incluso en Socuéllamos -cuando tocó-… Buscas en la grada y está ella. No hay sol, lluvia o viento que la desmotive, Esther López no falla a su cita semanal con la Unión Deportiva Logroñés. Acompañar a su equipo es parte de su vida. Y no lo hace sola; junto a ella viaja siempre su marido Jesús. “A él le empezó a gustar el fútbol por mí”, recalca con orgullo.

Y es que Esther tiene el virus del fútbol -ahora que los virus están de tanta actualidad- metido en su cuerpo desde la cuna. “Cuando era pequeñita ya iba a ver al Logroñés con mis padres. Pero con los dos, ¡eh!, que a mi madre también le gustaba mucho, bueno, le gusta, pero a los 82 años anda un poco delicada para ir al campo”, cuenta.

Desde 2010 es socia de la UD Logroñés y a partir de ahí, “a la segunda temporada de ser socia o así, empezamos a viajar a todos los sitios”. ¿A todos? “A todos, ¡si fuimos hasta a Socuéllamos (Ciudad Real)!”, recuerda divertida. Cuando comienza la temporada, cogen el calendario y van organizando sus fines de semana en función del partido de los blanquirrojos. “Si es cerca vamos en el día y si está un poco más lejos, pues nos vamos a pasar el fin de semana”. ¿Y no se han perdido eventos por el fútbol? “Perdernos intentamos que no, pero llegar tarde a fiestas de cumpleaños o así, sí. A veces no sienta bien, pero para nosotros el fútbol es primero”.

Sus hijos, Sara y Diego, también están contagiados del virus. “Son socios, aunque ahora vienen poco porque una vive en Barcelona y el otro en Zaragoza”. Y es que el fútbol es su vida. “No tengo rituales, no soy supersticiosa, simplemente me pongo mi camiseta o sudadera blanquirroja y ya está”.

Disfrutando de cada rincón

Esther es de las que está disfrutando el camino, y si ya se lleva el premio del sorteo del jamón y el queso, como en Fadura el último encuentro ante el Arenas, más aún (risas). “Este año está siendo el mejor, sin duda. Yo quiero que se ascienda a Segunda, ¡por su puesto! Pero también creo que la Segunda B es una competición muy especial y bonita. Lo que se vive en cada lugar, en cada pequeño pueblo o estadio, ese trato con la gente, esa cercanía que vamos conociendo a fuerza de recorrer España con la UD Logroñés, eso no lo tendremos si algún día llega el ansiado ascenso”, reflexiona.

Pero no siempre ha vivido momentos felices como los actuales. “Quizás el partido que más me ha impactado de todos los que he visto, que al final han sido unos cuantos, fue el de Torrent. La impotencia que sentí, el ver a los jugadores allí hundidos, cómo fue todo… No lo olvido, me impactó”.

Sin embargo, en el fútbol cada fin de semana llega una nueva oportunidad, un nuevo envío de ilusión. Como los que gestiona ella en su día a día. Porque además de gran aficionada es mujer trabajadora: los últimos veinte años ejerce de admistrativo en la empresa de mensajería MRW. “Me toca el trato con el público. Ahí también hay que tener paciencia”, admite con una sonrisa.

Porque si algo regala esta logroñesa, que está en el ecuador de la década de los cincuenta, son sonrisas, como la que esboza al hablar del próximo mes de mayo. “¿Comuniones y bodas? No estamos disponibles”, ríe. “Me dejo días en el trabajo para poder coger por si en el playoff se necesitan porque toca lejos o no da tiempo de volver el lunes”.

Y es que no hay equipo que pueda jugar sin su jugador número 12 y Esther López simboliza, sin duda, a esta figura tan importante en un club. Por eso, por su fidelidad, por su condición de socia, de mujer, de trabajadora y de blanquirroja, este 8 de marzo la Unión Deportiva Logroñés ha querido reconocérselo con el saque de honor y con una camiseta con su número: el 12. ¡Nos vemos allí donde los blanquirrojos jueguen!

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